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“Firmas con sello ucevista”: Desvinculados del trabajo
![Dra. Carla Mena, profesora de la Maestría en Gerencia Empresarial de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV](typo3temp/pics/4784a609a0.jpg)
Dra. Carla Mena, profesora de la Maestría en Gerencia Empresarial de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV
La desvinculación laboral no es un tema nuevo, ha sido abordado por especialistas de diversas áreas: recursos humanos, abogados laboralistas, sociólogos y psicólogos. Esta se produce cuando hay un cese de las funciones del trabajador, en otras palabras, cuando hay una culminación del contrato de trabajo, dejando de cumplir una labor para la empresa u organización.
Existen varios tipos de desvinculación en el ámbito laboral:
a) Desvinculación natural: aquella que se produce en el momento de llegar a la edad de jubilación.
b) Desvinculación voluntaria: relacionada más estrictamente con la renuncia, por propia decisión del trabajador.
c) Desvinculación forzada: determinada por el despido propiamente dicho; la prescindencia de los servicios del trabajador por parte de su empleador o empresa.
Cualquiera sea el tipo de desvinculación, trae consigo una serie de reacciones e implicaciones para el trabajador, su familia y para la sociedad en general. Recordemos que el trabajo es una actividad mediante la cual las personas obtienen sus medios de subsistencia, ya que este le permite la satisfacción de necesidades sociales, económicas, y que más allá de los aspectos cuantitativos del mismo como la remuneración, juega un papel determinante en la vinculación y reconocimiento social de las personas.
Es por ello, que cuando la desvinculación ocurre, y no hay una preparación previa, puede traer graves consecuencias para la persona o trabajador.
En la desvinculación natural, existe una preparación o planificación que se va dando con el transcurrir de los años de la vida laboral; no obstante, existen estudios que han logrado determinar que la jubilación puede causar en algunas personas reacciones adversas, por los cambios que se producen una vez que esta se inicia, ya que desde el punto de vista económico, los ingresos disminuyen, desde lo social, también hay una reducción en cuanto a los contactos, alteración de las relaciones familiares, ruptura con los grupos de edades, entre otros. Y, en lo personal, lo que algunos denominan como la entrada “oficial” a la vejez influye negativamente en el autoestima y se pasa de una vida activa a pasiva.
En cuanto a la desvinculación voluntaria, iniciada por el trabajador en búsqueda de mejores perspectivas laborales, suele ser la menos “traumática” para el trabajador porque en la mayoría de los casos hay una planificación o plan que promueve la búsqueda de mejores condiciones laborales. Aunque no deben desestimarse sus efectos, ya que todo cambio condiciona asumir nuevas situaciones que pueden no llegar a ser las estimadas y, por ende, no atender a las expectativas de la personas generando sentimientos de arrepentimientos, frustraciones, desconcierto, etc.
La desvinculación por despido o pérdida del empleo, suele darse sorpresivamente, por ello es la que genera más efectos negativos en las personas, debido a que pueden producirse reacciones negativas tales como: ansiedad, daños a la autoestima, sensaciones de culpa, frustraciones, depresión, y síntomas psicosomáticos. Muchos estudios han descrito, incluso, reacciones extremas frente al despido o desvinculación forzada tales como la agresión, llegando incluso al suicidio.
La familia también se ve afectada por este fenómeno, en especial, si se trata de quien está encargado del sostenimiento del hogar, desde el punto de vista económico.
En conclusión, la pérdida del trabajo o empleo, puede ser considerada como uno de los más fuertes y perturbadores eventos vitales, y que afecta a millones de personas en el mundo.