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“Firmas con sello ucevista”: El enfermo imaginario

29/06/2013 10:04 Age: 11 años
By: DIC/UCV
Dr. Elías Chuki, miembro del equipo de articulistas de UCVNOTICIAS

Dr. Elías Chuki, miembro del equipo de articulistas de UCVNOTICIAS

 

El hipocondríaco es  la persona con preocupación patológica  en torno a su salud. Generalmente, presenta simulación de enfermedad y/o acentuación de una molestia orgánica, lo cual obliga a consultar de emergencia a un médico o a  múltiples especialistas, no logrando mejoría absoluta del malestar; en ocasiones no solicita la asistencia médica, por considerar no tener cura, prefiriendo manifestar su disconfort a su entorno familiar y amigos.

 

Es insistente y a veces obsesivo de su queja. A tal punto, de someterse con gozo y placer, (masoquismo), a gran cantidad de exploraciones y exámenes médicos, inclusive, procedimientos quirúrgicos, con la falsa esperanza de llegar a un diagnóstico para lograr un tratamiento curativo. Es egocentrista por excelencia. Esta condición se acompaña de depresión, ansiedad, cansancio y debilidad general. El dolor, es el síntoma más común de presentación, (dolor de cabeza, de pecho, o de abdomen).

 

Algunos expertos consideran su origen como  un trastorno en la percepción del cuerpo y de la imagen corporal. La conducta hipocondríaca es reforzada, porque el paciente dependiendo de su nivel socio-cultural, busca información científica y hasta fantasiosa, que justifique la queja; es común la automedicación. El hipocondríaco se siente muy incomprendido, nadie es capaz de detectar su enfermedad. El médico debe tener sumo cuidado al evaluar a estas personas, para evitar la iatrogenia, separando el síntoma, de la carga emocional patológica. Se presenta por igual en hombres y mujeres, en clases sociales bajas, en adolescentes, ancianos, y en estudiantes de ciencias de la salud (médicos, bioanalistas, odontólogos, nutricionistas).

 

Para un adecuado manejo de estos casos, es imprescindible asegurar que no tienen ninguna enfermedad física. Una vez que se ha descartado, si el paciente sigue con angustia, preocupación y dudas acerca de su estado de salud, es conveniente estudiar la posibilidad del trastorno psicológico. Para ello se plantean primero una serie de prohibiciones y tareas. Se le pide que no acuda a más médicos ni a las urgencias hospitalarias, que no hable de salud ni de enfermedad. El apoyo y la colaboración de su entorno forma parte importante de la terapia; su círculo familiar debe entender que lo suyo no es totalmente falso, que tiene un problema real aunque interpretado por todos como un problema que no existe. Una vez que se ha establecido este marco fuera de la consulta, comienza el tratamiento psicológico propiamente dicho. El objetivo principal consiste en perder el miedo a estar enfermo, cuando se está sintiendo la sensación que se teme. La propia ansiedad asociada al pensamiento de estar enfermo se convierte en un disparador de los miedos a la enfermedad. Se induce  a cambiar o modificar sensaciones corporales incomodas, por aquellas que son agradables o neutras, generando placer y confianza. Se entrena al paciente en elevar su autoestima, de tal forma, que pueda enfrentar con éxito otros problemas que aparecen en su vida cotidiana: toma de decisiones difíciles, como cambio de trabajo, separaciones, problemas de relación, etc.

 


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"La mejor garantía de conservación de los monumentos y de las obras de arte viene del afecto y respeto del pueblo, y ese respeto asienta sus bases en la educación y en el fomento de su conocimiento". (Carta de Atenas, 1931)