- Año de Creación: 1958
- Director: Humberto Luque
- Ubicación: Plaza Cubierta El Rectorado Nivel Pasillo.
“Firmas con sello ucevista”: Líderes Tóxicos
Dra. Carla Mena
Hablar del líder suele ser muy común en el ambiente laboral durante los últimos años, es por ello que las distintas teorías gerenciales han dando especial importancia, al líder como la persona dentro de la organización que tiene la capacidad de incidir en la actuación de un grupo o equipo de personas, en base a la influencia que ejerce sobre estos, y que le permite manejar su desempeño o comportamiento. Influencia esta que no necesariamente preside de una condición jerárquica dentro de la organización, sino que es producto de la autoridad ejercida que le admite decidir sobre la actuación del grupo, inspirado bajo la confianza o respeto, que ejerce esa función de líder.
Existen muchos tipos o estilos de liderazgos, en esta ocasión nos centramos en los líderes “tóxicos”, una persona con actitudes muy patológicas desde el punto de vista clínico, que en el ejercicio de sus acciones como líder, logra enfermar al resto de sus seguidores.
El líder “tóxico” es una persona con frustraciones, incompetente, que siempre está a la defensiva y no posee autocontrol. Para algunos son vistos y definidos como líderes negativos, con desahogos y explosiones emocionales constantes y de todo tipo, que se expresan en hechos violentos que van desde el maltrato verbal hasta el crear un ambiente hostil, visualizado en el psicoterror absoluto que ejerce su presencia frente al resto de sus seguidores.
Este líder, fomenta la rivalidad, la envidia y la competencia entre sus seguidores. Tiene la habilidad de convertir al grupo humano que lo sigue en un grupo de crisis, abusa de los más vulnerables, y se maneja dentro del grupo con un efecto camaleónico que le permite estar bien con todos.
Son el mejor reflejo de las organizaciones “toxicas”, pues es al mismo tiempo causa y efecto de este tipo de organizaciones. Determinados por ser implacables, de gran ambición personal, oportunistas, con capacidad de seducción y persuasión. Logran promoverse frente al resto como personas exitosas y de moral intachable. Situación esta que se agudiza cuando llegan a ejercer cargos directivos o de jefaturas; la metamorfosis que sufre hacia su realización plena, desarrolla aun más su capacidad de manipulación y ataque sobre las otras personas o trabajadores. Comienza a tratar de dar resultados a costa de lo que sea, en el corto plazo, en aras de mostrar efectividad, no importa las consecuencias sobre las personas ni siquiera sobre la propia organización, el objeto es producir resultados.
Sus estrategias se enfocan en hacer ver que pertenece a una élite intelectual y social, por ello busca subordinados serviles y dóciles, tratando de generar el culto a la personalidad.
Este líder “tóxico” que pasa a ser un jefe “tóxico”, tiene una visión deformada del mundo, donde todo gira en torno a él. Desencadena ataques constantes sobre aquellos que pueden representarle una amenaza, para ello despliega un estilo de dirección autoritario para lograr mayor dominio sobre el grupo, construyendo una especie de clan o mafia que estará a su especial servicio.
En consecuencia, es necesario prevenir y tratar dentro de las organizaciones este tipo de liderazgo, que lograr constituirse en “tóxico” para la salud de las personas dentro de una organización, atentando contra su estado mental y físico. No es un problema de particulares sino de todos, tiene que ver con el objeto de la responsabilidad social que tenemos como miembros de una sociedad. Es necesario promover sistemas de trabajo menos perversos y donde la calidad de vida en el trabajo, sea la mayor expresión en el reconocimiento de los derechos que como seres humanos tenemos.