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“Firmas con sello ucevista”: Sexo débil
En el mundo occidental se considera a la mujer como una criatura frágil y sensible, cuando se compara con el hombre. Sin dejar de ser cierta esta concepción, la expectativa de vida del género femenino supera al masculino. Si hablamos en términos de salud y enfermedad, el hombre es proclive de padecer con mayor probabilidad enfermedades cardiovasculares (infarto cardíaco, hipertensión arterial), accidentes cerebrovasculares y del tipo degenerativo, como la diabetes. Todas ellas tienen factores condicionantes específicos no modificables, como la herencia, la raza y el sexo, que se potencian e inciden en el hombre, cuando se toma en consideración los factores relacionados con el estilo de vida. Analicemos el porqué de estos hechos.
La mujer en la búsqueda de alcanzar y mantener su belleza corporal, se interesa más por la práctica regular de ejercicios aeróbicos, bien sea en ambientes abiertos, cuando se desempeña en una disciplina deportiva, o en el sometimiento de actividades de gimnasia activa y pasiva en locales cerrados. El hombre, tiene la tendencia a decidirse por disciplinas deportivas que estimulen el desarrollo muscular; sin embargo, debe combinarse con ejercicios de calentamiento y estiramiento, para garantizar un mejor aprovechamiento del funcionamiento y la adaptación de los sistemas muscular, cardíaco y pulmonar.
En relación, a la alimentación, la preocupación de la mujer de mantener un peso adecuado, determina que se inhiba de ingerir, de manera excesiva alimentos de alto contenido calórico (dulces, harinas y grasas), que repercuten no sólo en alcanzar un sobrepeso, sino que evitan también, el aumento de triglicéridos y colesterol en sangre, factores estrechamente asociados a las enfermedades vasculares que afectan el cerebro y al corazón.
La aceptación por parte de la sociedad en el establecimiento de los hábitos tabáquico y alcohólico, de mayor difusión en el hombre, en comparación a la mujer, favorece el desarrollo de afecciones que trastornan la salud. En los últimos años, existe la tendencia en la mujer de competir en la práctica de estos hábitos.
La mujer solicita con más premura que el hombre, la atención médica ante cualquier dolencia, ello le permite un diagnóstico precoz, con una resolución temprana y efectiva.
Todo lo anteriormente señalado, confirma, por qué el aparente “sexo débil” se encuentra en una mejor condición física y de salud que “el sexo fuerte”. Lo más importante, debe ser alcanzar por ambos bandos, los mejores estándares de estilo de vida, para lograr una vida sana, de mejor calidad y más placentera.