- Año de Creación: 1958
- Director: Humberto Luque
- Ubicación: Plaza Cubierta El Rectorado Nivel Pasillo.
Maestros como custodios de la “Ética Socialista” y la educación como aparato ideológico del Gobierno
Impermeables al desaliento y al pensamiento único
Voceros oficialistas de la Educación insisten en hacer del Sistema Educativo un inmenso aparato ideológico, tal como ha sido postulado en casi olvidado “Motor Moral y Luces “ y recogido en los 2 Planes Socialistas de la Nación ( el ultimo denominado Plan de la Patria) que postulan la ambigua y peligrosa, por sus efectos dogmáticos y anticonstitucionales , Ética Socialista.
Así, ahora los programas de “formación ideológica” denominados con eufemismo Cursos de Iniciación, obligatorios para quienes aspiren a ser maestros o ascender en el escalafón, tendrían más importancia que los postgrados impartidos por las Universidades. El propósito del Ministerio de Educación es formar los cuadros docentes indispensables para reproducir el ideario oficialista unidimensional y hacer de los centros educativos un lugar donde solo se forman creyentes acríticos contrarios a la misión universal, plural y democrática de la docencia y la Escuela. Recordemos la frase recuperada del leninismo, repetida por el entonces Ministro de Educación Aristóbulo Isturiz, sin maestros revolucionarios no hay Revolución. Es decir sin comisarios en las aulas, resulta imposible promover el modelo oficialista de socialismo.
Esta manera de concebir la educación, propia de todos los regímenes con tendencia al autoritarismo y que se auto conceden la representación mística de procuradores indiscutidos del “hombre nuevo” ha conducido a los mayores desastres y tragedias de la historia. No es asunto menor, y debe movilizar a los demócratas, intentar imponer el pensamiento único a una sociedad irreductiblemente diversa, poblada de valores autónomos que postula la soberanía intelectual como elemento esencial de la civilidad y de su existencia, principios que sus ciudadanos están obligados a defender.
Pretende, el gobierno excluir a las Universidades, particularmente aquellas como la UCV, de los programas de formación docente por una razón que le es opuesta a su desiderátum de respuestas únicas a los diversos problemas que se exponen en las aulas de clases. De las Escuelas de Educación que funcionan en diferentes Universidades han egresados numerosos profesores e investigadores que han contribuido en buen medida con la creación de valores educativos donde el mérito y los criterios de calidad académica constituyen el factor esencial para seleccionar a los docentes.
Un gobierno responsable y sensato debería fortalecer con presupuesto, personal y equipos a esos programas de formación y de Componente Docente para que el Estado disponga de los recursos exigidos para superar la grave crisis del Sistema Educativo Nacional y abandonar procedimientos de fracaso manifiesto como la exoneración de materias , por carencia y ausencia de profesores, y misiones para graduar bachilleres prét á porter, con base en los requerimientos populistas gubernamentales contrapuestos a los altos estándares de la Sociedad del conocimiento.
Es de suyo grave optar, como lo han hecho los voceros oficialista de la educación por el “ingreso a un pupitre” y no al conocimiento y ahora pretenden que los alumnos se sienten en un pupitre “cargado”, una suerte de matriz ideológica para generar los pioneros del socialismo del siglo XXI mediante la abstrusa ética socialista, que solo sirve para difundirla como frase en los medios de comunicación del gobierno.
En el mismo sentido expuesto nos dice la Viceministra de Educación Soraya el Achkar, sin certezas, sin rubor y muchas menos sindéresis que la sociedad venezolana dio su “apoyo a los ideales socialistas”, según las interesadas cuentas de sus Despacho. Olvida la alta funcionaria, cuyo cargo debería obligarle ponderación, que este país desechó mediante consulta electoral ese modelo expulsado de Europa Central por los propios sectores sociales que decía representar. Que precisamente Venezuela sufre de socialismo de manera terrible, enfrentado una de las peores crisis en todos los órdenes de su historia, por lo que sólo una alta dosis de autoflajelamiento pudiera darle razones para tal disfuncionalidad o disparate. Ella nos hace recordar los argumentos de la Nomenklatura de los países de la llamada cortina de hierro, quienes mientras mayor era el impulso al abismo de su fracaso más estridente, radical y sectario era su prédica.
En definitiva, estamos ante dos asuntos que conducen a lo mismo: transformar a los maestros, mediante el monopolio de la formación docente con prescindencia de las Universidades, en custodios, guardianes del modelo político gobernante y hacer de la educación una religión civil con maestros y alumnos de creyentes. Por otra parte, justificar ese agravio al país y a los postulados educativos de la Constitución Nacional exhibiendo los “resultados de una Consulta nacional por la Calidad Educativa “que le concede al gobierno supuesta legitimidad para imponernos una solo visión para la educación venezolana.