Que su llama nunca se apague

 
 
Por María Elena Villapol
 

Ayer mi hija, María Victoria, después de ver el mural que adorna el vestuario del Club de Judo de la U.C.V, me preguntó a dónde iba el fuego que portaban los judokas en el dibujo, y si la llama iba a quemar al reloj. Le dije que no; que la llama permanecería allí.

 

Hoy, tratando de escribir algunas palabras que describan mi sentir después de  cinco años de la triste muerte de un entrenador, amigo y maestro, Sensei Víctor Urbina, viene a mi mente una pregunta similar: ¿a dónde va la llama que el Sensei Víctor Urbina encendió y mantuvo por tanto años y la cual iluminó los pasos de muchos quienes tuvimos la dicha de ser discípulos y amigos?. Y la respuesta es la misma. La llama está allí, brillando con la misma intensidad y todavía iluminando a nuestro Club y al Dojo que hoy lleva su nombre. Llama que sirve de inspiración a los jóvenes competidores que fueron sus discípulos cuando niños y de guía para quienes ya no competimos pero todavía estamos en el Club enseñando, aprendiendo y compartiendo con todos los judokas que día a día se reúnen en esta sala.

 

Hoy, al igual que cinco años atrás, elevo una plegaria porque esa llama no se apague y que como la del mural permanezca allí, como guía para aquellos judokas que están y los que vendrán en un futuro.

CIUDAD UNIVERSITARIA DE CARACAS
"PATRIMONIO MUNDIAL" (UNESCO, 2000)

"La mejor garantía de conservación de los monumentos y de las obras de arte viene del afecto y respeto del pueblo, y ese respeto asienta sus bases en la educación y en el fomento de su conocimiento". (Carta de Atenas, 1931)