- Fecha Creación: 2000
- Directora: Arq. Aguedita Coss.
- Ubicación: Edificio Biblioteca Central Piso 12
Cincuenta y nueve años marcando el rumbo de la Academia
División de Promoción – COPRED UCV
Pareciera emerger por sobre la gama de verdes del Jardín Botánico, como un peculiar tallo de concreto, pero realmente se encuentra en el noreste de la Plaza del Rectorado como un símbolo de orden íntegro. Junto con el Aula Magna y el Pastor de Nubes, constituye uno de los componentes más llamativos de la “Síntesis de las Artes” que logró plasmar Carlos Raúl Villanueva en la Ciudad Universitaria de Caracas. Desde el mismo momento de su instalación, el Reloj de la UCV ha sido reconocido como el testigo incólume que certifica las grandes hazañas de la Universidad: luchas y conquistas, ilusiones y proyectos, arrebatos y triunfos, honores y lealtades.
Erigido en mayo de 1953, su estructura como objeto formal corresponde a la planificación de Villanueva, pero su figura irrepetible se debe a la astucia e imaginación del Ing. Juancho Otaola, quien se las ingenió para diseñar una memorable base helicoidal. De acuerdo a sus propias palabras, en la búsqueda de una forma “más pura”, se le ocurrió colocar tres lápices sobre tres agujeros en un cartón y unir sus puntas para darle una forma triangulada. Luego le mostró el invento a Villanueva: “y le dije: Tigre, ¿cómo le suena? ¡Carajo, si esto es lo que yo quiero! Bueno está bien, vamos a hacerlo así”. (Entrevista realizada el 27/01/1993 en Caracas). * Colocadas de esa manera, las bases del reloj forman una sola columna que se extiende permanentemente hacia arriba, y sostiene sus tres discos negros con manecillas amarillas, que calladamente marcan todas las horas que lleva descubrir los misterios de la vida.
El Reloj de la UCV siempre estuvo destinado a señalar algo más que el paso del tiempo universitario. En su concepción, Otaola aspiró a concretar las enseñanzas de Oscar Niemeyer, el gran maestro de la arquitectura brasileña. Otaola esperaba que el Reloj pudiera ubicar a los caraqueños, indicarle una dirección a los venezolanos, un rumbo en la búsqueda del conocimiento y del progreso: “él debe decir hacia dónde vas… cuándo tú haces esto, la gente inmediatamente busca hacia dónde quiere ver…”
Por eso su mecanismo no puede andar hacia atrás, ni sus agujas retroceder hacia la ignorancia y la violencia. Cincuenta y nueve años después sigue “acompañando a los justos”, a los que piensan, enseñan, estudian y aman, tal como en los momentos de sombra y pesadez del 2007, lo recordó Claudio Nazoa.
Cincuenta y nueve años después permanece de pie y nos anuncia la verdad inexorable y luminosa: otros tiempos vienen y tienen otras vidas que vivir, en libertad y conciencia de unión.
*Hernández de Lasala Silvia. (2006) En Busca de lo Sublime. Caracas. Editorial Arte